Tenemos mucho vínculo con Panticosa y los panticutos. Nos encanta.
Es uno de esos lugares necesarios para entender el turismo pirenaico aunque por ahora, por el virus éste, permanece a la espera de que todo vuelva a la normalidad y de que acoja nuevamente a viajeros que saben exprimir todos sus recursos. En Love Aragón tenemos una serie de planes que nunca fallan. Siempre los ponemos en práctica y son infalibles. Si alguien necesita sugerencias aquí va un adelanto, una primera parte que tendrá, por supuesto continuidad.
1.- Viajar a Japón y Tailandia de un bocado
El Ibón, el clásico que ha estado ahí siempre, se reinauguró hace unos años como bar de vinos y bocados finos pasando a ser Ibón Bistró. Charly y su equipo le dieron una vuelta de tuerca y crearon un espacio chico y cómodo –atención a la terraza ataviada con palets hechos por el propio Charly o a los percheros con fijaciones de esquí- en el que hay un montón de vinos (y vinazos) por copas y una carta de la que, atención, os recomendamos encarecidamente el sushi y el rollito tailandés. Vale que Panticosa se asocia con la cocina asiática lo mismo que La Almolda con el submarinismo pero es que estas especialidades están realmente ricas. Los domingos a partir de las 20 horas Charly prepara unas exquisitas bandejas tamaño XXL que están deliciosas. Sin embargo, él no hace los rollitos. Los elabora una tailandesa llamada Pen que reside en Sabiñánigo. Y claro, el resultado es notable. Probadlo y veréis cómo Japón y Tailandia no están tan lejos.
2.- Vermutear con vistas
Los amigos Ricardo y Amelia pusieron en marcha el necesario Camping Panticosa porque ese tipo de oferta no existía en un pueblo tan turísiticamente puntero como es éste. Independientemente de la zona de acampada, los bungalows o el restaurante Casa Belio -que mantienen una línea de calidad altísima- os sugerimos que vayáis a la hora del vermú o al atardecer y que os sentéis en la terraza… aunque esté helando. Las vistas son una auténtica delicia. También os diremos, como gente afín al mundo del vino que somos, que los precios –por copas y/o botellas- no pueden estar más ajustados. Si resulta que el jefe de cocina, Antonio Fajarnés, ha frito alguna chulla tendréis un momentazo exquisito. Vamos, como para no marcharos de allí jamás. Tomaos lo que más os apetezca y aprovechad el momento. Pocos lugares tienen una panorámica tan impresionante como ésta.
3.- Ir en busca de la mejor panorámica panticuta
Además de la parte gastro-placentera os proponemos que hagáis alguna de las caminatas que hay en el entorno de Panticosa y que parten del propio centro del pueblo. Bien habrá que ejercitar el cuerpo y maravillarse con el paisaje que queda cerca del casco urbano, ¿no?. Noventa minutos cuesta llegar al lugar que os proponemos. Ni os lo penséis. Id en busca de las mejores vistas, que se encuentran en el Mirador de Peña Medio. Tomáoslo con calma, cada cual que vaya a su ritmo y haced lo posible por llegar hasta el final. Cualquier esfuerzo estará justificado porque merece, y mucho, la pena. Lo que se contempla desde ese lugar –acondicionado con un banco y un panel interpretativo- es gloria bendita. No os preocupéis por la traza del sendero porque está perfectamente marcado y, además, es muy evidente. Desde pocos lugares se contempla Panticosa así.
4.- Darse un chapuzón junto al puente de La Zoche
Si sois amantes de bañaros en pozas y ríos estáis de enhorabuena porque en el entorno de Panticosa hay varios rincones apropiados para ello. A nosotros nos encanta uno en particular. Allá va: tenéis que situaros detrás de la telecabina y tomar un camino que asciende dejando el río Bolática a nuestra derecha. Enseguida se va allanando el terreno y en algo así como 30- 40 minutos llegaréis al puente de La Zoche. Asomaos y veréis una poza súper chula. Si sois valientes y se os olvida que el agua del Pirineo es hielo puro os zambullís. Pero ojo con los saltos y los excesos de confianza. Sed prudentes, sensatos y responsables. Ni se os ocurra dejar ningún tipo de residuo, ¿trato?.
5.- Subirse a un tren de altura
Entre los meses de junio y octubre se pone en marcha el tren turístico de alta montaña El Sarrio, un servicio súper recomendable que desde Panticosa lleva a muchos turistas y viajeros hasta el Valle de La Ripera –para nosotros el más hermoso de todo Tena-. Los precios dependen de si son viajes de ida o si incluyen también la vuelta. Por ejemplo, adultos ida y vuelta son 18€ aunque nosotros os recomendamos que volváis a Panticosa andado. En La Ripera hay marcadas varias rutas –el billete incluye un mapa con todas ellas- pero si no queréis andar tenéis mesas y buenas sombras para hacer un picnic en uno de los lugares más sorprendentes del mundo mundial. Cuando volváis a Panticosa ya sabéis… pasajeros al tren.