Emocionante Callizo
Porque una cosa, señoras y señores: en el Callizo ¡siempre se ha comido rebién!
CALLIZO
Había/habíamos estado varias veces pero la del otro día fue distinta. Y no nos referimos sólo a la renovada estética del local -que ha dado un giro rotundo- sino al planteamiento con el que se seduce al personal.
Porque una cosa, señoras y señores: en el Callizo siempre se ha comido rebién. Pero ahora mucho mejor. Porque no sólo es gastronomía –nunca lo ha sido- sino que es experiencia, es un viaje sensorial por el Sobrarbe, es un escenario inesperado, es emoción, es otro nivel nunca antes visto en la provincia de Huesca.
Detalle previo una hora antes de la reserva: suena el teléfono y te recuerdan que la cita es a las 21:25 horas.
Mucha y educada insistencia con la puntualidad que entiendes cuando entras al interior del restaurante. Porque tras la bienvenida, escaleras abajo, garbeo por la tienda gourmet y recibimiento con aperitivos en la bodega… como hacían las gentes de Aínsa antaño cuando recibían visitas.
Pantalla multimedia, vídeo introductorio del territorio y del restaurante, y tres platillos que hacen las veces de sorprendente preludio.
Empieza fuerte la cosa
Tras los primeros pases...
…Todos a la cocina. A subir escaleras. Allí, copa de cava de por medio, dos nuevas propuestas mientras ves al equipo de fuegos oficiando con una extraordinaria rectitud, disciplina y silencio. Tener la cocina a la vista es arriesgado salvo que tengas la convicción de poder hacerlo. Y aquí se hace con garantías. Si se enseña es porque se puede y se sabe.
Si se enseña
es porque se puede y se sabe
decisiones trascendentales
Pasamos a la mesa y ahí es cuando llega una de las decisiones más trascendentales del paso por el Callizo. Hay que elegir Menú Tierra (50€ sin bodega) o Menú Piedras (70€ sin bodega). Lovearagon fue a por el primero y qué queréis que os digamos… pues que es un espectáculo tanto por la propuesta gastronómica, como por su puesta en escena. Mucho vínculo con el territorio –¡¡¡viva el Sobrarbe!!!- y, como dicen ellos, cocina tecno- emocional de montaña.
Hora de los vinos
A la hora de los vinos, que como sabéis nos pirran, nos decantamos por la opción de maridaje (30€/pax). En total fueron siete los que probamos y algunas combinaciones de platos y vinos estaban muy logradas.
Hubo platos de esos que recordarás por el resto de tus días, otros divertidos y arriesgados, se apuesta por la nitidez del producto, la vista es la antesala que la boca confirma y el resultado difícil de superar. Todo sorprende y las dos horas y media que inviertes en el restaurante se convierten en una sucesión de emociones.
Alucinando en colores
Nosotros nos imaginamos a un fulano que está de turisteo en Aínsa y como aquel que no quiere la cosa entra al restaurante. Debe alucinar en colores; porque todo es inesperado y más desde que la mesa deja de ser el único escenario en el que se suceden los actos.
Ese tipo de gente nos da envidia. Porque la primera vez jamás se olvida. Aunque volver a rememorarlo tiene fácil solución. Un día descubres el Callizo y, como garante de continuidad que es, sales con la convicción de querer volver enseguida.
Para Repetir:
¡¡¡Todo!!!. Iremos a por el menú degustación más largo y reservaremos a mediodía. Mejor tener toda la tarde para regocijarse y relamerse, que las cenas pasan más rápido y las noches son para dormir.
Para pensárselo dos veces:
Será por nuestra vinculación con el vino, porque somos de trago largo o simplemente porque queremos ir a lo free style, pero la próxima vez echaremos mano de la completísima y más que suficiente carta de vinos. El maridaje sube la cuenta considerablemente y, a pesar de que el juego está bien, nos apañaremos con las botellas que elijamos bajo nuestra responsabilidad.